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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Navidad


Quiero escribir sobre las Navidades, sobre las Nochebuenas, sobre el color y el sonido de mi ciudad, sobre las personas y sus planes y sus sueños. Quisiera decir lo que recuerdo de los únicos años en los que verdaderamente fui feliz; quisiera relatar de los pregoneros de cariocas y de uno en especial que rajaba el comienzo de la noche con una voz que estoy escuchando en este momento: "Crocante Habanero de chocolate y maní, a centavo el paquete", quisiera saber qué era, porque nunca lo probé. Quisiera hoy, Miércoles 13 de Diciembre de 2017, estar ensayando en el coro de la escuela, los villancicos, "arbolito, arbolito, campanitas te pondré..." o Adeste Fideles. Quisiera escuchar las voces de Barbarito Diez y Benny Moré y a Fajardo y sus Estrellas, y  a Jorrín y La Aragón y a la Riverside con Tito Gómez y a Guillot  y Celia Cruz con la Sonora Matancera, y a Rolando Laserie, "que te vas, que te vas, entonces viviré si tú te vas",  y tanta música nuestra inundando la ciudad con canciones que a mis 70 no he olvidado, y sentir cómo mi ciudad bailaba un son un danzón, un cha cha cha, bailando con ella misma en ese movimiento acompasado, con esa sensualidad que un día, sin que nos diéramos cuenta, se fue por un camino cualquiera, o no, cualquiera no, sino por el "dichoso" camino del exilio.

martes, 5 de diciembre de 2017

Nostalgia


Yo era de los que decía que la nostalgia era maldita. Lo decía y lo digo. Ahora me pego a cada rato y escucho canciones en inglés de los 70s, y aunque no quiera, los fantasmas llegan, suavecito, sin que puedas detenerlos, porque, cuando te percatas, ya están aquí, acompañando cualquier canción de John Denver,  Queens, Cat Stevens, así , como si nada, dueños del ámbito de mi corazón o de mi mente. 
Comúnmente no escucho estas canciones, pero estamos en Diciembre, que es el más especial del año, que debía serlo y ahora, para mi ya no lo es, porque se convierte en un torbellino de jóvenes desandando por Estrada Palma buscando "La Popular" e irse de fonoteca a saltar y a beber hasta que una melodía de Chicago corre por las venas, una y otra vez y no piensas porque la música lo hace por ti y tu estúpida ingenuidad hace que te sientas un ciudadano del mundo, un tipo libre y feliz con estos tontos a los que quieres así, de verdad. No, no puedes pensar que muchos de ellos van a salir de tu vida, por Cisneros abajo, o por Padre Valencia o por un callejón cualquiera y en un yate por el puerto de Mariel, insultados, humillados para regresar con los años siendo otros, me atrevería a decir sin tener nada que ver con los que bailaban en el Dancing Ligth de La Popular, y mucho menos con los que llenan mi corazón mientras Gilbert O'Sullivan  provoca un raro sentimiento de cariño cantando Alone Again. Sigo y seguiré preguntándome, ¿ Por qué?