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lunes, 14 de mayo de 2018

La Candelaria (2)



En la iglesia murmullos de rezos que susurran las monjas llorantes y los curas desde los altares, todos con miradas muy interrogantes.
Por las calles se siente el silencio de los viejos pregones que nunca existieron , y en los parques los árboles todos claman por la lluvia de modo incesante.
Las campanas  de vuelo volante, sin badajos, ni bronce, ni nada, se desmayan como agonizantes en las raras horas de la madrugada y un niño que llora sin llanto en el alma, entonces pregunta por su Candelaria: ¿Dónde estás señora, dónde estás mi santa? ¿Por donde te te has ido, que aires te levantan, qué rumbo has perdido, que lluvia te espanta, que luna te ciega, que sol no te abrasa, que arroyo te baña, que naranja fresca de los naranjales aplaca la sed del amor de tu alma?Camagüey te busca, señora adorada, del divino nombre de La Candelaria.


Un rumor avanza sordo desde la noche cerrada,  no es rumor de voces, no es rumor de nada como si dos ríos juntos se abrazaran y el Jatibonico ya se desbordara, inundando todo y todo arrasara y el Tínima pronto se arremolinara  saliendo del cauce y también llorara.
!Oh! Cosa tan extraña nunca se habrá visto en esta sabana: las calles se escapan a toda mirada, nada las dibuja en sus raras trazas. Todo es diferente todo es todo y nada, todo es nada y todo se vuelve la nada de le verdad toda, de la verdadera huida de La Candelaria: Se busca, por niños y viejos, por amas de casa, por los dirigentes y por asilados y enfermos del alma y por invidentes, y por anhelantes a una ciudad toda, la que no aparece, Camagüey perdida, así de la nada, como si de pronto borrada se hubiese del mapa más liso en la fiel sabana.
Una voz que dice la vi en La Zambrana y otra que perjura que la vio por Palma, y calles por calles siendo voceadas para que aparezca la ciudad amada y otro niño afirma con su voz dorada: ha salido en busca de La Candelaria, ellas dos son una, por tanto no pueden vivir separadas.

El amanecer teñido de grana, del morado intenso, de malva y naranja,  y el fuego divino de la gran mañana, de pronto saliendo de esa luz intensa que encandila el alma, dos almas en una,  el alma de todos, el alma cubana y la más amada, el alma sencilla: la camagueyana. Camagüey ya llega muy acompañada por su fiel patrona, está Candelaria, llenando de rosas toda la sabana y hasta el arroyito Juan del Toro canta: "Flores,  flores, ya ha vuelto La Candelaria llenando todo de flores."
Las campanas de bronce brillante, baten todas badajos sonantes y las risas alegres, triunfantes, de los ciudadanos corren para alante.

Hay jolgorio en todos los rincones, la ciudad ya no está agonizante, Candelaria fue en busca del Padre, de ese Dios tan galante, que en gesto simple y al oír las suplicas de Nuestra Señora, devolvió a Camagüey la risa que ansiaba, la sonora risa libre y carcajeante, que se va por los estrechos callejones y las amplias Avenidas, y repartos y comercios todos rebosantes. Un niño hermoso de correr sofocante, va de un lado a otro con grito cantante: Camagüey  te saluda, señora, hermosa señora. Oh, nuestra Señora, nuestra Candelaria.
En las calles hay mesas con platos humeantes, los platos del patio, mas ricos que antes, el mas sencillo es el mas  complicado, la gente lo busca, la gente lo gusta y es el matajíbaro ganador triunfante, no hay quien no lo quiera probar y no gustarle. Camagüey es vivo y está tan alegre que su risa hermosa se hace contagiante. 

Y sucede algo muy alucinante que a todos perpleja  este único instante, voces desde el cielo, que es el cielo todo una luz cegante, cantan su más bello coro con voz jubilante:
Exultante ciudad escogida porque Dios te ha dado, por ser como eres, el presente mas bello, brillante y es la paz que pides en tu orar constante. Gloria en altura al Dios generoso del buen Camagüey y en la tierra paz a esta ciudad armada, a sus calles y sus campos, a su sol y a su lucero, a sus casas y familias que comparten, al fin la fuente abundante en sus platos generosos, paz de paz, luz de luces y el amor a esta ciudad de los que están o no están. Paz a este viejo Puerto Príncipe que fue historia y que será, paz al angelito que nace y al anciano que se va Paz, que es cosa difícil, y que la vas a lograr, sólo porque el Altísimo quiere, la paz, verás, hijo mio, que esta ciudad que es la vuestra, la mas querida ciudad, caerá, tranquila, dormida, en los brazos de la paz.



sábado, 17 de marzo de 2018

La Candelaria (1)


La señora Candelaria, Princesa del Camagüey, va bajando por Cisneros para que la puedan ver. Envuelta en aires dorados, llega al fin a Matadero y de esa calle, una conga,  rompe el precioso silencio, la señora sin pensarlo mueve los hombros y el pelo, mientras baila cadenciosa el baile más bullanguero, y ángeles que la acompañan danzan con paso ligero, arrollando sonrientes con esa eterna sonrisa de hermosos adolescentes que suben Independencia a ver quien llega primero. De calles y callejones vienen nuevas melodías que se suman a la conga formando un canto tan bello y que nadie conocía:

"Flores, flores, ya está aquí La Candelaria, llenando todo de flores"

Por todas partes hay fiesta, porque en todas partes está, esta Niña Candelaria que no deja de fiestar con la sonrisa más bella que ha visto nuestra ciudad, danza por los arrabales, danza por las Avenidas y en repartos y callejas y plazas desconocidas. Nunca fiesta más hermosa Camagüey ha presenciado, porque todo un pueblo alegre, calles, gentes y edificios, sin faltar uno ha gozado.Y así al declinar la tarde y al brillar de las estrellas, la voz de la Virgen bella se oyó en cualquier corazón:

"Camagüey, ciudad divina, tierra de prodigación, donde la miel se suaviza en los frutos a sazón y las sabanas se pierden en horizontes de sol. Tierra de mil manantiales todos llenos de frescor, tierra por Dios bendecida, tierra amada del buen Dios, benditos sean tus paisajes, bendito tu corazón"

Todo se fue silenciando al hablar el corazón, el corazón de la eterna Candelaria con su voz, y hubo una lluvia de estrellas, cosa que a nadie asombró, pues un día de tanto asombro, con otro asombro acabó: Camagüey como un angelito, bostezó suave y durmió.

jueves, 1 de marzo de 2018

Matancita

Carretera Camagüey-Nuevitas que pasa frente a Kilo 7

Yo me dije, se están matando en la 5, pero lo dije así, como yo decía las cosas en el verano del 76, que las decía como en un letargo con aquel calor y aquella ropa infernal y otra vez oí como que arrastraban literas y las voces subiendo de tono y era eso, una bronca de madre en la 5 y yo solo en la oficina. La tierra del patio inmenso del presidio es roja, la sangre lo es más: no hay rojo como el de la sangre. No. En esos días yo viví en un mundo de sangre, con ese olor imposible de describir porque no es ni siquiera el frío olor de la muerte, aunque allí, en uno de los mas peligrosos presidios del país, siempre se respiraba el olor de la muerte como se respiraba el olor del deseo, denso y excitante, húmedo como el sudor que corría por las espaldas, por los muslos, embriagante como el mas sutil de los perfume: el caliente aroma del otro.

Kilo 7 es como se conoce al penal que se encuentra en el kilómetro 7 de la carretera que va a Nuevitas y en el mismo existe el penal exterior y el interior, unidos por el llamado túnel que está precisamente al lado de la oficina. Por ese sitio salen y entran los reclusos: al amanecer cuando salen  a trabajar en la planta de prefabricado en el exterior penal y regresan por la tarde, saliendo desnudos del túnel, hombres desnudos con ojos desnudos mirando a otros hombres desnudos. La pelea iba creciendo, saliendo las voces exaltadas mas allá de las garitas desde las que se vigilaba el penal completo desde lo alto. La pelea estaba en su apogeo cuando llego Manso, un combatiente que era el encargado de llevar a los presos a juicios en los Tribunales Populares (esto merece capítulo aparte) que se encontraban en la ciudad. Al oír lo que pasaba, Manso palideció y me dijo que los dos reclusos que tenía que llevarse eran de la 5 y que cabrona casualidad, le dije, porque ahí se están matando y me ordenó, ven, pa que abras la galera, y me cage en su generación.

La 5 está en alto, es lo que recuerdo, porque el combatiente me dio las llaves y temblaba mas que yo y cuando abrí sólo vi un un círculo formado por hombres y literas y en el centro, dos morenos armados con unos cuchillos y los reconocí de mirar nada mas y, cuando me iba a decir sus nombres, Fortún  desde abajo le dio un tajo a Matancita que, se miró con los ojos desorbitados como brotó el chorro de sangre haciendo un semicírculo en el aire, silenciando a todos los que veían como Matancita trataba de agarrarse las tripas que le salían y como cayó sin decir nada, mientras  otros aguantaban a Fortún  para que no lo rematara. Todo se volvió tan confuso que no se qué paso primero si Fortún diciéndome mientras le levantaba el acta "lo mato y lo mato otra vez " o yo mirando por una de las ventanas como cuatro hombres casi corriendo, llevaban el cuerpo de una persona a la que yo detestaba por grosero, alardoso y repulsivo. Ahora pienso , después de cuarenta y dos años, que hasta me pareció bien que Fortún lo matara y lo matara otra vez porque finalmente, yo no era una persona, se que era un número y los números carecen de sentimientos, yo era el 1864. El recluso 1864.Nada.

martes, 27 de febrero de 2018

Avenida de la Caridad


Postal antigua de la Avenida de la Caridad

Ayer por la tarde salí. Domingo. Ese raro silencio camagüeyano, esa ausencia de vida, yo casi solo por la calle, subiendo por San Clemente en busca de Cisneros, y al doblar por esta, esa eterna curva en bajada que finalmente desemboca en el puente que se abre ya al Casino Campestre, y a la Avenida de la Caridad, al cruzar la Carretera Central. Iba a casa de un amigo y luego a la de dos. Pero la Avenida me dio esa bofetada que me da el recuerdo a cada rato, ese golpe de luz, esa belleza que está oculta en un recodo de tu respiración o de tu alma, da lo mismo, porque la nitidez de los rostros, de los cuerpos, incluso de la ropa, te deja paralizado en instantes de tu vida que no sabes cómo, se vuelven un ahora que se escapa, que no puedes apresar como no puedes apresar el rostro de un actor para besar sus labios, en cualquier filme de tu vida. A pesar de todo es algo hermoso esa batalla, apenas perceptible, entre presente y los miles y miles de pasados y como solucionas todo en segundos para transformar lo que no fue en lo que tu quisiste y aun quieres que sea, en lo que amaste, amas, y amarás hasta que mueras; y esos instantes de un felicidad desconocida, conmueven hasta el paisaje urbano que te rodea, y el esplendor de carcajadas, abrazos, caricias veloces te van envolviendo en la asombrosa realidad de lo que no existió, pero que existe en ti, porque es algo que no has tenido tiempo ni de imaginar. Y sigues caminando hacia la plaza, tan agradecido  de tu ciudad, de toda la gente que pudo haberte hecho feliz, y no solo pudo, no, sino que aún puede. Y con setenta largos años, sonríes alegre por las calles que amas porque Camagüey, es para ti es el universo  del único amor que mantienes vivo en tu mente y en tu alma de eterno adolescente. El verdadero amor que no duele.
Domingo por la tarde, algo que nunca me ha gustado. Domingo por la tarde de Febrero, algo que me dio el delicioso respiro de la más bella sorpresa.

domingo, 21 de enero de 2018

Jubilación

Alguien que ha estado muy de cerca de mis folletines radiales me ha dicho que escribo usando arcaísmos, pero que me quedan muy bien. Estoy seguro que es así, como estoy más que seguro que arcaísmos o no, no soy una persona que escriba como un hombre del siglo XXI ni mucho menos, porque mi vida se detuvo en un momento que no puedo recordar y empecé a vivir desde atrás y a, sin percatarme, hacer las cosas como mi madre o mi padre o mi abuela materna, y me sumí a repasar hasta recetas de cocina y dulces caseros, que son sabe Dios de cuándo. Por comodidad me adentré, radialmente, en los siglos XVIII y XlX y me parece que, a veces, hablo como si fuera una persona de esos tiempos. No me preocupa en absoluto, me prefiero a los que hacen textos agonizadores, catalépticos, en un afán, inútil, de destacarse o innovar o superar a otros que los antecedieron: la literatura universal está plagada de ellos.
Yo no se qué soy. Hoy primero de Enero de 2018, no lo sé, con 70 años de vida, no lo se, y lo asombroso de mi situación, es que nadie me lo puede decir porque me da la impresión de que las personas que me hacen críticas nobles, me lo hacen por cariño, por conmiseración o algo así, el caso es que no tengo remedio porque voy a seguir plantado en mis trece.

Dentro de pocos días, el 10 exactamente, se cumplirán 49 años que firmé mi contrato con la radio cubana. Fue a muy pocas horas después de haber conocido a una de las personas que más he querido del mundo de las letras: el santiaguero José Soler Puig, un extraordinario personaje y un ser humano de mucho valor; un escritor cuya novela "El Pan Dormido" fue, es y será un hito en la novelística cubana de todos los tiempos, algo que interesa a muy pocas personas. A partir de entonces he sido hacedor de radio, o sea, que he escrito para este medio durante cuarenta y ocho años , que ahora, en este calvario en el que han convertido mi jubilación, no significan nada, me están tratando como al peor de los seres humanos y por eso tengo derecho a pensar que soy víctima del desprecio y la humillación que hemos padecido los que tenemos una definición sexual diferente a lo largo de siglos. De nada valen distinciones, premios o reconocimientos, de nada vale mi respeto a la labor que  he desempeñado y la petición de ayuda que he hecho. Ahora, viejo, desvalido y enfermo, he podido llegar al 2018, gracias a la ayuda de amigos que me aprecian en el exterior y a la caridad de una organización religiosa. Sigo siendo la persona pisoteada que fui al inicio de mi entrada al mundo de las letras y a la salida parece que será lo mismo. Dios me perdone por pensar así, Dios perdone a los que me han dañado sin darse cuenta, incluso sin saber quién soy.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Navidad


Quiero escribir sobre las Navidades, sobre las Nochebuenas, sobre el color y el sonido de mi ciudad, sobre las personas y sus planes y sus sueños. Quisiera decir lo que recuerdo de los únicos años en los que verdaderamente fui feliz; quisiera relatar de los pregoneros de cariocas y de uno en especial que rajaba el comienzo de la noche con una voz que estoy escuchando en este momento: "Crocante Habanero de chocolate y maní, a centavo el paquete", quisiera saber qué era, porque nunca lo probé. Quisiera hoy, Miércoles 13 de Diciembre de 2017, estar ensayando en el coro de la escuela, los villancicos, "arbolito, arbolito, campanitas te pondré..." o Adeste Fideles. Quisiera escuchar las voces de Barbarito Diez y Benny Moré y a Fajardo y sus Estrellas, y  a Jorrín y La Aragón y a la Riverside con Tito Gómez y a Guillot  y Celia Cruz con la Sonora Matancera, y a Rolando Laserie, "que te vas, que te vas, entonces viviré si tú te vas",  y tanta música nuestra inundando la ciudad con canciones que a mis 70 no he olvidado, y sentir cómo mi ciudad bailaba un son un danzón, un cha cha cha, bailando con ella misma en ese movimiento acompasado, con esa sensualidad que un día, sin que nos diéramos cuenta, se fue por un camino cualquiera, o no, cualquiera no, sino por el "dichoso" camino del exilio.

martes, 5 de diciembre de 2017

Nostalgia


Yo era de los que decía que la nostalgia era maldita. Lo decía y lo digo. Ahora me pego a cada rato y escucho canciones en inglés de los 70s, y aunque no quiera, los fantasmas llegan, suavecito, sin que puedas detenerlos, porque, cuando te percatas, ya están aquí, acompañando cualquier canción de John Denver,  Queens, Cat Stevens, así , como si nada, dueños del ámbito de mi corazón o de mi mente. 
Comúnmente no escucho estas canciones, pero estamos en Diciembre, que es el más especial del año, que debía serlo y ahora, para mi ya no lo es, porque se convierte en un torbellino de jóvenes desandando por Estrada Palma buscando "La Popular" e irse de fonoteca a saltar y a beber hasta que una melodía de Chicago corre por las venas, una y otra vez y no piensas porque la música lo hace por ti y tu estúpida ingenuidad hace que te sientas un ciudadano del mundo, un tipo libre y feliz con estos tontos a los que quieres así, de verdad. No, no puedes pensar que muchos de ellos van a salir de tu vida, por Cisneros abajo, o por Padre Valencia o por un callejón cualquiera y en un yate por el puerto de Mariel, insultados, humillados para regresar con los años siendo otros, me atrevería a decir sin tener nada que ver con los que bailaban en el Dancing Ligth de La Popular, y mucho menos con los que llenan mi corazón mientras Gilbert O'Sullivan  provoca un raro sentimiento de cariño cantando Alone Again. Sigo y seguiré preguntándome, ¿ Por qué?