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sábado, 21 de febrero de 2015

Entrevista


Estaba sentado en el parque con un amigo, cuando llegaron hasta nosotros dos periodistas. Ella con un micrófono y él con la cámara de video. Un tanto alejado, un señor vestido de azul claro, venía hablando por un celular. Ella nos preguntó que si podía entrevistarnos y mi amigo habló por los dos. A él lo entrevistaron primero, parado delante de la estatua de Agramonte, le dijo lo que le dio la gana y yo me la pasaba mirando al niño azul que seguía murmurando al teléfono todas las incidencias de lo que estaba ocurriendo en el lugar de los hechos. Terminó con Julio y entonces se acercó a mi diciéndome que ya sabía que yo era escritor, le contesté que yo era folletinero de culebrones radiales de provincia, pero ella, evidentemente mexicana y más que agradable, insistió en que lo que yo hacía era escribir, lo que fuera, pero que como me sentía con que la UNESCO hubiera declarado al casco histórico de mi ciudad "Patrimonio de la Humanidad" y todo eso que a mí ni me iba ni me venía, porque esa declaración de patrimonio no habría de cambiar mi vida y mucho menos la de la ciudad. 


Ella era una maravilla de simpática y yo le dije que como había nacido aquí en Camagüey, como había vivido toda mi vida aquí y estaba seguro de que moriría aquí muy en contra de mi voluntad, se rió, dije cuatro barbaridades y el azulado señor del móvil al otro extremo del banco seguía en su ronroneo, pienso que tratando, cosa que le iba a ser imposible, de repetir lo que yo decía porque, hablé en voz baja y muy rápido. De todos modos estaba siendo filmado y como siempre tengo ganas de joder, les dije que uno de los lugares más hermosos que tenía la ciudad era la Plaza de San Juan de Dios y los mandé para allá. El muchacho de la cámara me dijo algo del sol, que casi se estaba yendo y yo los apremié para que fueran rápido y filmaran la plaza y que de entrada podías ver todo limpio y bonito, pero que le dieran la vuelta al edificio que, su trasero lo tenía bien jodido y que era posible que con esto de la declaración de patrimonio y todas esas zarandajas decidieran limpiarle las nalgas al antiguo convento de San Juan de Dios que, en un tiempo fue hospital de niños. 

Antes que ellos nos agradecieran por haberles concedido la entrevista, ya Blue estaba caminando hacia la calle Cisneros adelantándose un poco como un transeúnte más, y en el abur de arranque los jóvenes, ya dije que eran descendientes directos de Moctezuma, es que a mí se me ocurre preguntar a qué agencia pertenecían y la muchacha me contestó que a Reuters, y le dije a Julio: nos acabamos de inmortalizar. Saldremos en todos los noticieros del orbe, seremos vistos por millones de espectadores, posiblemente nos contraten para la entrevista eterna y sigue viviendo que yo tengo hambre y me voy a comer algo. Entonces agarré por San Isidro abajo hasta Bembeta, que es la calle donde vivo, y me dije que seguro la periodista era homofóbica y nos borraría del mapa, que el azulito trataría de persuadirla que tanto Julio como yo éramos escoria, churre, apátridas, lo que sea y que, por tanto, nuestras opiniones no podían ser tomadas en serio y que además, es como si lo oyera, éramos dos maricones viejos que jamás comprenderíamos la dignidad de ser patrimonio porque a nosotros no nos interesaba Camagüey ni un pito, sino que seguro estábamos en el parque a la caza de alguien. Jamás voy a ver a esa periodista. Jamás al muchacho de la cámara. Jamás he visto al azulado perceptible, pero no puedo dejar de imaginármelo, aún hoy, en ese musitar infinito, que por demás, era el único movimiento que había en su rostro tan pétreo como el granito sobre el que se encontraba sentado.

¿Acaso salimos en algún noticiero? ¿Alguien pudo saber que , aún hoy día, San Juan de Dios, el convento, sigue con el fondillo al aire? ¿Ha cambiado en algo esta vida mortecina de una ciudad asfixiada por ella misma y que no tiene escapatoria posible? ¿Seguirá el niño azul con su musitar a un móvil, un Niño Azul, que desgraciadamente jamás será pintado por Gainsborough?