Yo no sospeché, aquella mañana de
enero de 1979 que esa sería la última vez que hablaría con Virgilio Piñera en
su apartamento de 27 y N en el Vedado, un sitio casi cerrado herméticamente y
en el cual Virgilio se movía como una mansa fiera en su cubil. Estaba
fracasado, caído de brazos, lleno de angustia, y no es que tuviera problemas
económicos, ya que recién había recibido un cheque procedente de una afamada
editorial italiana que había publicado de nuevo sus Cuentos Fríos. Yo estaba
sentado en uno de los balances y Virgilio no cesaba de hablar sobre algo que lo
tenía muy atormentado en ese momento: el hecho de no publicar en su país. Ya
habían pasado casi diez años de su última publicación, el teatro Dos Viejos
Pánicos, premio Casa de las Américas 1968 y, desde ese entonces, el silencio
había caído sobre él como una losa de granito, como una especie de sepultura
bajo la cual se asfixiaba y temblaba de terror. No se por qué, a cada rato
cuando pienso en él, pienso en los lamentables actos de repudio de 1980, uno de
los episodios más lamentables de la
historia de la nación cubana donde los cubanos humillaron, apedrearon,
insultaron a los cubanos que decidían irse por el puente marítimo del Mariel,
una inusitada fuga casi impensada por la que pasaron mas de ciento veinte mil
cubanos en menos de dos meses y que, de
haber continuado, la cifra seria imposible de cuantificar. Un momento de
nuestra historia que no debemos olvidar nunca. No sé, pero supongo que, de
haber decidido salir de Cuba por esa vía, el apartamento de 27 y N en el
corazón del Vedado, casi en plena Rampa Habanera hubiera sido bombardeado con
huevos y todo tipo de objetos que se pudieran lanzar y Virgilio temblando de
pies a cabeza, encerrado como un preso,
sentiría los insultos de que se vaya la escoria y fuera los maricones traidores
y cuanta cosa se le ocurriera a alguien que, el día anterior, estaba compartiendo
tu casa y tu mesa. Vecinos, compañeros de aula, subalternos y jefes, alguien
que se decía tu amigo, era conducido a la casa del que faltaba era la sangre
para hacerla mas pintoresca. La nación se estigmatizo y así está.
Pero ahora quiero hablar del hombre
que casi me inició en el laberinto de las letras y que me dio un apoyo
incondicional todo el tiempo y sin pedir nada a cambio. Virgilio era temido por
su lengua considerada bífida y viperina por muchos de sus amigos y por todos
sus enemigos. Era una persona difícil que hoy por
cualquier cosa podía pelearse contigo a muerte y ponerse a rajar de ti con todo
el mundo. Solo y cansado andaba de un lado para otro de su sala y me repetía lo
mismo. Yo insistí en dos ocasiones sobre si el consideraba que sus obras tenían
problemas por hacer referencia a algo indebido o si hablaba mal de esto o de
aquello y me aseguraba que no.
Le dije que hablara con alguien en la
UNEAC que fuera responsable de literatura y me dijo que era Eliseo Diego y le
insistí que fuera a verlo, que le llevara sus manuscritos y no se si lo hizo o
no, porque en aquel entonces yo andaba un poco dislocado metido en discotecas
provincianas y no tuve un gesto de acercamiento con alguien que se había
comportado de manera tan altruista conmigo, o sea, que no se me ocurrió marcar
a la operadora y pedir una comunicación a la Habana con el 320867 y hablar con
él y resulta que tampoco fui ese año de vacaciones de verano a algún hotel del
Vedado a los que teníamos acceso todavía en aquel entonces, y que jamás el
dolor de Virgilio se me borro de la mente, pero por descuido, por indolencia,
por lo que fuera no supe de él hasta que una mañana de octubre , trabajando en
uno de los tantos folletines que me han dado el pan diario desde 1969, Carlín
Galán apareció en el umbral de mi puerta, lloroso y muy nervioso a darme la
noticia de que Virgilio, en ese momento, estaba de cuerpo presente en la
funeraria de Calzada y K y yo también me eché a llorar y pensé que jamás le agradecí todo lo que
hizo por mi, que no fui capaz de nada, y por esos vericuetos de la mente, pensé
en el número telefónico de su
apartamento que no timbraría jamás y que sería sometido al silencio en
el que ya se encontraba su dueño y que mucho antes de ese día de su muerte
estaba sumido en el terrible soliloquio de la soledad. ¿Por qué …. ? ¿Por qué
……. ? ¿Por qué?
AMIGO ME HA IMPRESIONADO MUCHO LO QUE ESCRIBES, SE VE QUE LO HACES CON EL CORAZON. ME HE ATREVIDO A RECOMENDARSELO A VARIOS AMIGOS, Y HASTA TE LO HE PROMOCIONADO POR EL TWITTER . UN ABRAZO DE ESTE EX-COMPAERO TUYO DE CADENA AGRAMONTE. UN ABRAZO. DAVID.
ResponderEliminarAHH YO TAMBIEN TENGO UN BLOG NO A LA ALTURA DEL TUYO PERO TAMBIEN LO ESCRIBO CON MUCHO CARIÑO, AHI TE DEJO MI LINK. http://davidser66.blogspot.com/ UN ABRAZO, NOS VEMOS. DAVID.