Mi padre consideraba que manteniéndome en una escuela de burgueses,
comprándome los libros, la ropa y la comida, todo estaba resuelto. No era de
esos hombres que extrovierten su amor con muestras de afecto evidente y mucho
menos un ser que te acariciara y te hiciera sentir que te quería de verdad,
cosa que era así y que a mi me costó mucho trabajo entender. Durante muchos
años pensé que mis padres no se querían, que si mi madre había aceptado las
proposiciones de mi padre era porque mi abuela estaba de acuerdo, porque al
parecer ella era quien decidía quienes iban a ser los futuros esposos de sus
hijas. De cinco hembras, tres se quedaron solteras y solo una de ellas ya casi
en la senectud se caso con alguien con quien, evidentemente, llevaba relaciones
a hurtadillas por muchos años. El caso es que mi padre entró en la familia de
mi madre y viceversa, pero hablar de la familia de mi padre llevaría una
cantidad de tiempo increíble y yo quiero hablar de la persona quien recuerdo
con un gran amor y con la que lleve seis años de un idilio perfecto y ni un si
ni un no sucedió entre nosotros durante este tiempo: José Julián y yo nos
convertimos en dos personas tolerantes el uno para con el otro y durante ese
tiempo yo procure complacerlo y atenderlo de la mejor manera posible.
Yo no podía sustituir a mi madre como ama de casa, cosa que he sido por más
de tres décadas. Como digo: yo no soy amo de casa, amo de casa se considera al
dueño, ahora bien: soy ama de casa, la fregona, la cocinera, la limpiadora y
por muchos años la lavandera, es así como lo concibo. Había en mi una
proclividad para todos esos menesteres y no porque mi condición de homosexual
tuviera que ver algo en eso, sino que el
destino o la moira, como prefieran, decidió que pasara y aun siga pasando
diariamente, en la persona que se ocupa y a la vez elabora con cierto desgano,
el diario sustento alimenticio, lo cual, en Camagüey, es bastante atormentador.
Decía que mi padre católico practicante desde que tengo uso de razón, se
convirtió en mi gran amor y que a partir de una conversación que tuvimos poco
después de la muerte de mi madre, las cosas cambiaron para bien.
En realidad sostener esa conversación, se convirtió en una solicitud de
perdón, una suplica de disculpa y ahora voy a explicar el por qué durante cuarenta
y seis años yo culpé a mi padre de todas las cosas, hasta de haberme
engendrado, de las goteras del techo, de la falta de una serie de comodidades,
de todo, insisto y eso se lo dije así mismo una mañana. El regresaba de buscar
el pan, los pancitos que nos daban
diariamente, -ahora me dan un pancito- y le dije que se sentara frente a mi y lo
primero que le hable fue como si mi alma se abriera de par en par y luego de
decirle que lo deteste por mucho tiempo, que incluso renegué de él como padre
ahora solicitaba que me perdonara por todo aquello, que por muchos años no me
di cuenta de cuanto había trabajado años y mas años, se jubiló a los ochenta y
un años y desde los catorce estaba detrás de un mostrador, casi trabajando de
sol a sol para mi y ahorrando para mi y cuando le dije eso, mi padre, un
ancianito delgado, limpio hasta lo maniático, se puso a llorar y a decirme que
el no tenía nada que perdonarme, que yo era el mejor hijo del mundo, que entre
nosotros nunca había pasado nada y entonces se levanto y me dio un beso, cosa
que yo no recordaba lo hubiera hecho alguna vez en la vida y supe que el era mi
ángel tutelar y que si bien no podía ser como él, si podía admirarlo y quererlo
y pasar por alto todos sus resabios de viejo y recibir su bendición estando en
su lecho de muerte y decirme lo mismo, que yo era el mejor hijo del mundo y yo
decirle que el , siempre, había sido el mejor padre del mundo y entonces Dios
nos oyó.
Recuerdo a Don Jose cuando desde el medio de la sala de tu casa le rezaba al corazon de Jesus tu estabas en sus oraciones.Don Jose el mejor Padre y tu el mejor Hijo,mejor Sobrino y mejor Amigo
ResponderEliminarNikitín,soy Luis Carracedo.Abraham me facilitó su blog.Este artículo d su padre me tocó fuerte,me hizo recordar al mío y reflexionar.Muchas gracias.
ResponderEliminarJose, acabo de leer tu articulo -me dejo hecho mierda- nos conocemos bien y sabes de lo insana que fue la relacion mia con mi padre, el nunca me acepto hasta ya en los ultimos anos de su vejez cuando decidio pedir a mi hermana que se comunicara conmigo aqui en Miami y que me dijera que le llamara. Yo lo llame y palabras no fueron necesarias pues lo poco que hablamos bajo lagrimas y llanto fueron mas que suficientes para la reconciliacion y el perdon.
ResponderEliminarCuando sali de Cuba - cuando me sacaron a patadas- en el 1980 yo jure no regresar hasta que aquello no cambiara pero en el 2000 mi padre me dijo que queria verme, que estaba muy enfermo y que queria despedirse de mi con el beso y el abrazo que nunca habiamos podido compartir. En el 2001 fue que me dieron la autorizacion para entrar al pais y ya el habia muerto.
Que vida tan jodia, Verdad????