Foto: Biblioteca Provincial "Julio Antonio Mella", antes Liceo de Camagüey
Josefa
Gómez trabaja en la Sala de Literatura de la Biblioteca recién inaugurada. Yo
soy el socio número 20 y voy todos los días y de repente, como quien no quiere
las cosas. Fefa y yo intimamos y se convierte en mi consejera literaria. Yo
tengo 15 años y he leído a muchos autores, pero Fefa, cautelosa,me va prestando
libros, poco a poco y así leo por países, norteamericanos, rusos, españoles,
latinoamericanos, franceses, en fin que andaba con la cabeza llena de letras, a
punto de entrar a estudiar pintura, casi al enamorarme del ser más perfecto de
Camagüey, y era feliz. Había logrado desprenderme de un grupo que no me gustaba
y solo por aquí, por allá, entrando y saliendo de algunas tiendas que aún se
parecían a lo que fueron pero sin serlo y
era feliz y, como siempre, como aun lo hago, cantando cientos de
canciones, y era feliz, digo yo, porque para nada me molestaba la soledad y,
como ahora, tenía una facilidad para hacer empatía con cualquiera, ancianos,
barrenderos, gente común que son las que más me han rodeado.
Pero
Fefa no era ni por asomo, una mujer común sino todo lo contrario, adivinaba tu
estado de ánimo y entraba al almacén y salía con algo sorprendente, diciendo,
esto te va a encantar, y pégale el cuño, que te encantaba y luego lo comentaba
contigo como si tu fueras todo un literato. Lo que más me gustaba de ella era
su sencillez y lo que más me sorprendía era una alergia que le provocaba una
andanada de estornudos mas veloces que los segundos.
Fefa
se murió un domingo. Murió como vivió, apacible y sin ostentaciones. Voy a
resaltar lo que para mi era su gran distinción, su habilidad para leer entre líneas.
La que yo considero mi obra más
importante: Las Hijas de Lux Vazquez, escrita entre 1976 y 1977, la única obra
que pienso se ha escrito en Cuba sobre nuestras guerras libertarias y es una
exaltación a nuestra nacionalidad y a
nuestra libertad, tiene un parlamento, que la única persona de todos los que la
leyeron, que supo mi verdadera intención al escribirlo, fue Josefa Gomez y me
lo dijo y me felicitó. " Has dicho algo osado, pero tan bien dicho que es
imperceptible, un buen texto." Y lo más importante, me anunció la
presencia de quien sería mi mejor amigo y así fue, el más amado, el Carlos de
los sesenta del siglo pasado, el que aún vive en mi corazón y que morirá
conmigo como el otro amor, el tipo más perfecto de Camagüey, el que nunca logré
apresar con estas envejecidas manos.
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